(TodoesNoticia1214 17/08/2017) "Lloramos por ti,
Venezuela" Incluso Chávez, al que advertí del fracaso de su
sistema, mantuvo las formas institucionales.
Maduro ha dado golpe tras golpe
hasta el tiro de gracia: una Asamblea Constituyente ilegítima. Debemos luchar
por restablecer la democracia.
La cuna del Libertador; el país
con las mayores reservas petroleras del mundo; una nación libre, rica, con
gente maravillosa; el destino durante décadas de millones de migrantes
colombianos que huían de la violencia y buscaban una mejor vida, hoy por
desgracia se desmorona en lo económico, en lo social y en lo político.
Colombia es el país que más tiene
que ganar o perder con lo que suceda en nuestra hermana república. Nos unen
todos los lazos que pueden unir a dos naciones: la historia, la cultura, la
geografía, la economía, más de 2.200 kilómetros de frontera viva... Por eso
siempre hemos deseado que a Venezuela le vaya bien. En estos últimos tiempos
hemos hecho hasta lo imposible, al igual que el propio Vaticano y tantos otros
Estados y líderes del mundo, para acercar al Gobierno y a la oposición
alrededor de una salida digna a la grave encrucijada en que se encuentran.
Cuando Hugo Chávez fue elegido,
con el apoyo de buena parte del empresariado, pocos lo confrontaron. Desde mi
modesta tribuna periodística, fui uno de esos pocos. Me convertí en uno de sus
más duros críticos desde Colombia, hasta cuando fui elegido presidente de los
colombianos. Tomar las riendas de una nación produce algo parecido a cuando se
tiene el primer hijo: se afina el sentido de la responsabilidad. Arreglar la
situación con los vecinos (con Ecuador tampoco teníamos relaciones diplomáticas
ni comerciales) era lo que más le convenía al interés nacional. Además, era una
condición necesaria para lograr un gran sueño de los colombianos: la paz
después de medio siglo de guerra con las FARC, la más antigua y numerosa
guerrilla del continente.
Arreglar la situación con Chávez
no quería decir que tuviéramos que estar de acuerdo en la forma como cada cual
pensaba o manejaba su respectivo país. Eso era imposible. Nuestras visiones
eran como el agua y el aceite. Simplemente teníamos que respetarnos las
diferencias y trabajar sobre lo que les convenía a los dos pueblos. Así fue.
"Colombia
es el país que más tiene que ganar o perder con lo que suceda en la hermana
república"
¿Cómo pasamos en lo personal de
la agresividad a la cordialidad? Con el humor… y la historia, tan útiles en las
relaciones entre las personas y en la diplomacia. Le propuse lo mismo que
Reagan a Gorbachov cuando se reunieron por primera vez para discutir la
disminución del arsenal nuclear. Reagan le dijo a su colega soviético que ni él
se iba a volver un comunista ni esperaba que Gorbachov abrazara el capitalismo,
pero que podían trabajar juntos por un objetivo superior como era salvar al
mundo de un desastre nuclear. Tampoco yo me iba a volver un revolucionario
bolivariano, ni Chávez un demócrata liberal. En nuestro caso el objetivo
superior era la paz de Colombia con sus altos beneficios para toda la región.
En ambos casos funcionó.
Con humor rompimos el hielo y con
humor mantuvimos una relación cordial hasta su último día, a pesar de nuestras
profundas diferencias. Chávez tenía un gran sentido del humor. Nos tomábamos
permanentemente del pelo sobre nuestras diferencias. Yo le repetía que su
revolución bolivariana iba a dejar muy mal a Bolívar porque iba a fracasar. Él
me decía que Santander, el otro gran héroe de nuestra independencia, era un
oligarca neoliberal igual que yo. Pero, tal como lo hicieron Reagan y
Gorbachov, nos propusimos no criticar nuestros respectivos modelos (el
socialismo siglo XXI versus la tercera vía), para dejar que la historia
rindiera el veredicto final. Pues bien, los hechos son tozudos: la historia se
pronunció.
El veredicto es contundente. Solo
menciono algunos de sus apartes: mientras Colombia en estos últimos años ha
crecido muy por encima del promedio latinoamericano, tiene una inflación por
debajo del 4%, es campeona en la región en reducción de la pobreza, en nivel de
inversión y en generación de empleo, obtuvo y mantuvo grado de inversión, ha
modernizado su infraestructura y ha fortalecido la educación como nunca antes,
para solo citar algunos datos relevantes, Venezuela se convirtió en el país más
endeudado y con la inflación más alta del mundo, la pobreza supera el 82%, la
contracción de la economía es cercana al 40%, la inseguridad se disparó, la
muerte de pacientes en los hospitales se multiplicó por 10 y de recién nacidos,
por 100. Y, como si fuera poco, hay escasez crónica de divisas, de medicinas y
de alimentos. La gente se está adelgazando por física hambre y emigrando en
busca de una mejor vida.
Maduro ha querido culpar a
Colombia por su debacle económica. Se molestó mucho porque mencioné que le
había advertido hace siete años a Chávez de este fracaso. ¿Es que acaso no ha
sido un estrepitoso fracaso?
"No
puede entronizarse una dictadura en América Latina. Sería nefasto para el
continente"
Lo más grave, sin embargo, es
que, a la par de la economía, a la democracia también la han destruido.
Infortunadamente, la corrupción se convirtió en la voz cantante del régimen y
el respeto por los derechos humanos dejó de existir.
Hasta cuando murió Chávez las
formas democráticas se mantuvieron. Incluso durante Maduro, se reconoció a
regañadientes la mayoría que obtuvo la oposición en las últimas elecciones
legislativas. Pero, a partir de ese momento, le han propinado golpe tras golpe
a la institucionalidad democrática hasta llegar al tiro de gracia: una Asamblea
Constituyente ilegítima. “El poder constituyente está por encima de todos los
demás poderes constituidos”, manifestó el régimen.
Nuestra posición, como la de la
mayoría del continente, ha sido la de ayudar a buscar una salida negociada,
democrática y pacífica a la encrucijada venezolana. Últimamente las posiciones
se han endurecido en la medida en que se iba destruyendo la democracia. Y
ahora, frente a la dictadura, hay que endurecerlas más.
Maduro me tilda de traidor porque
Colombia ha protestado y se ha opuesto a las crecientes violaciones de los
derechos humanos y democráticos en su país. Tal vez pensaba que, por habernos
ayudado en el proceso de paz, nos íbamos a tapar los ojos y a ser cómplices de
sus arbitrariedades. El necesario pragmatismo en las relaciones internacionales
no da para tanto. A Chávez y al propio Maduro nunca dejaré de agradecerles su
aporte a la paz de mi país. Pero nunca podré estar de acuerdo con la supresión
de las libertades y la violación de los derechos ciudadanos en Venezuela… o en
cualquier lugar del mundo.
Los países de la región y de la
comunidad internacional que defienden los valores de la paz y la libertad deben
seguir presionando, cada vez con más fuerza y con acciones efectivas, por un
rápido restablecimiento, ojalá pacífico, de la democracia en esa gran nación
que llevamos en nuestros corazones. No puede entronizarse y perpetuarse una
dictadura en el centro de América Latina. Sería nefasto para el continente
recién declarado el continente de la paz. Mientras tanto, lloramos por ti,
Venezuela.
Fuente: El País
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Nota
Una vez más, Señor, te ruego con
toda mi alma y desde las fibras más internas de mi corazón por ese terruño que
me vio nacer y crecer, por mi país amado Venezuela; donde su gente es única e
irrepetible y que no se encuentra en ningún otro país que he conocido. Nacer en
Venezuela fue el mejor regalo que hubiera podido merecer. Gracias Padre
Celestial amado por todas las bendiciones que envías y que seguirás enviando a
mi hermosa nación. Gracias por tu disposición y protección.
Te ruego, Señor, que nuestro
pueblo continúe encontrando maneras para bendecir a los que se han separado por
la distancia, por ideologías y creencias. Bendice a los que se sienten solos,
desvalidos o estén en medio de cualquier circunstancia que tú sabes.
Señor, te pido que continúes
haciendo lo que es mejor para todos los habitantes de Venezuela, para que
continúes proporcionando a los pobres y oprimidos; que continúes suministrando
la paciencia y el discernimiento necesarios a los líderes actuales y a los que
vendrán, para que todos puedan hacer lo que es correcto.
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