CARTA ABIERTA DE LILIAN TINTORI DIRIGIDA
A LOS MIEMBROS DE LA
FUERZAS ARMADA VENEZOLANA
(TodoesNoticia
24/04/2017) Carta abierta de Lilian Tintori a los miembros de la Fuerza Armada
venezolana…
No olvides dejar su comentario “GRACIAS”
CARTA A LOS
GNB, PNB Y FANB
Hermana, hermano, compatriota:
Te escribo como madre y como hija, no como
esposa de un preso político ni como activista de derechos humanos. Te escribo
como venezolana, como una persona más del pueblo, con los mismos padecimientos
y tristezas, con las mismas alegrías y anhelos de todos los que como tú y yo
también han tenido el privilegio de haber nacido en esta sublime nación que es
Venezuela.
Nuestra Venezuela, la tuya y la mía, con sus
mares y ríos, con sus escarpadas montañas y sus pálidos desiertos, con sus
llanos y sus nevados picos, como son sus calles empedradas, sus plazas y sus
acogedores pueblitos. Nuestra Venezuela, que llevo tatuada no sólo en mi piel
sino en mi alma porque respiro y respiraré, como tú, siempre en ella.
Aunque las circunstancias históricas nos han
puesto en escenarios diferentes, en esta hora difícil estoy convencida de que
son más las cosas que nos acercan y hermanan que las que nos distancian.
Venezuela, la madre, la patria, es la
principal de ellas.
Esta carta no es para hacer señalamientos,
tampoco para levantar reproches, ni siquiera deseo hablarte del horror que son
los crímenes de lesa humanidad ni de las nefastas consecuencias que supone para
aquellos quienes los cometen. Esta carta es para que reflexionemos juntos como
venezolanos (a secas), sin ideologías ni políticas, sin códigos legales ni
rabias, como parte de una misma cultura, como parte de una misma tierra.
Tú, igual que yo, tienes madre,
probablemente tengas hijos o estés casada o casado, a lo mejor tienes
hermanas y hermanos, y estoy segura que ellos, tu familia, igual que tú y que
yo, están sufriendo injustificadamente los horrores que to- dos los venezolanos
estamos sufriendo estos días, sin comida, sin medicinas, con el crimen
desatado, con enfrentamientos políticos inútiles, con mucha desesperación y
miedo. Sobre todo eso: miedo.
Los últimos días que hemos pasado tanto tú
como yo en la calle han sido de una dureza y de una crueldad desproporcionada.
Ver a aquella señora que podría ser tú mamá o la mía enfrentar a una tanqueta
con su propio cuerpo como escu- do, al joven desnudo que podría ser tu hermano
o el mío levantando La Biblia
como estandarte, mientras su cuerpo era acribillado a perdigonazos, a los jóvenes lanzándose al río Guaire para guarnecerse de los gases tóxicos o los
Cientos de testimonios de mujeres sumidas en
un desgarrador llanto, rogando a Dios que nos libere de este profundo dolor que
acompaña cada uno de nuestros días, nos tiene que hacer reflexionar por igual a
ambos.
Te pido que lo hagas, que reflexiones
conmigo por un momento, como ve-ne-zo-la-nos.
Sé que piensas que tu obligación es atacar
al pueblo porque tus jefes superiores así te lo ordenan. Pero no lo es. Ellos
te dicen que es para conservar el orden público pero lo único que quieren es
conservar el poder para seguir enriqueciéndose y hacer lo que les da la gana.
Ellos, quienes te ordenan que ataques a tu
propia gente, a tus propios familiares y amigos, te usan como carne de cañón.
Son unos criminales no porque lo diga yo, sino porque hay decenas de tribunales
en el mundo que los están buscando por los crímenes que han cometido.
Hermano soldado, policía y guardia nacional,
tú antes que nada eres parte del pueblo venezolano. Padeces la misma crisis
económica que padecemos todos los que protestamos, tienes familiares o amigos
enfermos que no consiguen medicinas, haces largas colas para conseguir
alimento, temes que el hampa asesine a tus hijos. Todo eso es injusto y
despreciable.
Al final, hermano, hermana, compatriota,
esos a quienes defiendes no les importas tú ni tu familia, te obligan a dañar,
golpear y disparar contra el pueblo, es decir, contra tu propia gente para
conservar su dictadura. No tienen piedad. No quieren elecciones porque saben
que las perderían abrumadoramente, la gran mayoría de los venezolanos –como tú
y como yo– estamos en contra del poder dictatorial, queremos votar, queremos
elegir, no estar sufriendo en las calles ni en nuestro día a día.
En un país con tantos recursos naturales y
con tanta riqueza como en Venezuela, el caos actual y la crisis humanitaria
son absolutamente injustificables. Quiero que sepas que los que luchamos en la
calle lo hacemos para que esa ruinosa realidad cambie.
Esa es nuestra tristísima realidad. Esa es
la causa por la cual tantos venezolanos como nosotros, tantas madres, tantos
hijos, tantos viejitos y niños, tantas amas de casa y trabajadores están
luchando: queremos democracia, queremos igualdad, queremos que todos por igual
tengamos los mismos derechos, queremos libertad.
Ya basta hermana, hermano, compatriota, te
ruego que abras los ojos, baja las armas, abre los brazos y cobija con tu
escudo a quien es como tú, al pueblo, no a los poderosos dictadores.
Estoy convencida de que juntos, tú y yo,
nuestros familiares y amigos, ese pueblo admirable que lucha en las calles,
nuestras hermanas y hermanos venezolanos, construiremos juntos esa Venezuela
amable, alegre, humana que tanto anhelamos, donde los ciudadanos aplaudirán con
orgullo al uniformado, donde nuestros hijos jugarán como antes a ser policía o
militar.
Soldado, cuando me veas en la calle dame un
abrazo de reconciliación y que el beso en la mejilla, sin cascos ni protección
más que la piel venezolana, nos una simbólicamente en un gesto de perdón y
hermandad como cuando en familia nos reencontramos para celebrar lo que somos y
no lo que la maldad intenta imponer que seamos.
Hasta mañana, hermano, hasta siempre,
reflexiona esta noche, piénsalo en el silencio de tu hogar, te encomiendo al
Señor para que sensibilice tu corazón y a nuestra Madre Santísima para que
cubra con su manto de amor tu alma.
En la fraternidad, en el reencuentro, en la
reconciliación, tú podrías ser el héroe de la nueva Venezuela, el prócer de la
nueva Independencia.
Yo seguiré como madre, como hija, como
esposa, pero sobre todo como venezolana, luchando junto al pueblo por tu
libertad y la mía. Lucharé hasta el último de mis días por una mejor Venezuela.
Espero que sea junto a ti. Hagámoslo por tus hijos y por los míos, por tus
padres y los míos, por nuestro pueblo.
Lilian Tintori Venezolana.
No olvides dejar su comentario “GRACIAS”
Nota
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí; cuántos dicen de mí: "ya no lo protege
Dios". Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi
cabeza. Si grito invocando al Señor, El me escucha desde su monte santo. Puedo
acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al pueblo
innumerable que acampa a mí alrededor.
Levántate, Señor; sálvame, Dios mío: tú golpeaste a mis enemigos en la
mejilla, rompiste los dientes de los malvados. De ti, Señor, viene la salvación
y la bendición sobre tu pueblo. Amén
TodoesNoticia
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